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domingo, 7 de julio de 2013

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Se sorprendió a sí misma pensando en cómo una simple sonrisa podía iluminar una habitación oscura, o una calle oscura, o un alma oscura. Se soprendió pensando que el amor y la luna se comportan de igual modo, si no crecen, menguan. Se sorprendió porque no era cierto eso de que se estuviera muriendo de amor, era el amor el que se estaba muriendo entre ellos. Y es que el amor y el sufrimiento son a veces la misma cosa.
Se soprendió porque nunca echaría de menos quemarse con el café mientras desayunaban, porque qué tontería, el jamás habría preparado café.
Se sorprendió por cómo se puede querer a alguien que aún no existe.
Y se soprendió porque la pequeña sonrisa, futura razón de su existencia, que tendría que esperar nueve meses, se extendía delante de ella, sólo que unos centímetros más arriba, y con la palabra muérdeme entre los dientes.

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