Me siento de todo menos segura, y esa es la única
estabilidad que puedo darte.
Siento no colgar de ninguna cuerda floja, porque nada ha
sido capaz de sujetarme, siento que quisieras rellenar un calendario y apenas
hayas conseguido dos lunas llenas; ¿prefieres que el cielo se oscurezca diez
meses o ver la luna una vez más? Quizá la luna se ha apagado y prefiere aullar.
Quizá si no quiero salir de mi cuarto ni de mi mente es para no enfrentarme a
nada, y tener que hacerlo siempre igual, sin cambios, sin imprevistos. Quizá es
porque me resulte imposible complacer a otra persona cuando ni siquiera aguanto
la mía. Quizá no quiero que nada ni
nadie venga a buscarme a dondequiera que yo esté. Lo único que sé con certeza,
es que seguiré contando historias alrededor de tu cuello y estrellas de cada
cielo bajo el que nos encontremos, hasta que me des los buenos días, hasta que el
lobo encuentre manada, o hasta nunca.
Tú no decides, pero yo tampoco.
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